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miércoles, 26 de diciembre de 2012

PEÑA BLANCA . 2.367 MTRS.

Ascensión a Peña Blanca, que pretendía ser un cresteo desde el Pico de Aneu hasta Canal Roya, pero se quedó en Peña Blanca y gracias.
Llegamos hasta el Portalet en una mañana estupenda para hacer montaña o lo que fuese. Temperatura templada, nada de viento, solete y eso sí, muchísima gente que no quiso desperdiciar una jornada como esa. Tras preparar todas las cosas, salimos ya con las raquetas puestas desde la misma carretera donde todos aparcamos los coches y arrancamos valle arriba. No tardando mucho, hacemos una pequeña parada para quitarnos ropa y seguimos caminando sobre nieve bastante dura disfrutando del entorno bellísimo. Ya aparece ante nosotros el Pico Canal Roya, en una hora podríamos alcanzar su cima, si nos dirigiésemos a este solamente, pero el plan es algo más ambicioso y pretendemos caminar por la cresta hasta ella pero empezando en el Pico de Aneu.
El Midi y el Peyreguet  siempre presentes y ya al haber ganado algo de altitud, también aparecen a nuestra espalda los colosos de Tena y  Panticosa ; desde Arriel hasta Las Argualas, los tresmiles se dejan ver… Pallas, Balaitus, Infiernos… espectaculares, nevados y enormes.
Llegamos a la altura de Peña Blanca, con el Pico de Aneu a la izquierda desde nuestra posición abajo y no todo el mundo está muy convencidos de subir por ahí. Así que empiezo a tirar para arriba. Se suceden zonas de nieve blanda, que se subían bien con las raquetas, con otras de hielo o nieve helada mejor dicho. Para estas sería mejor ponerse los crampones, pero intento apurar algo más con las raquetas. David viene detrás de mí, luego Mario y tras él Vicente.
Hay un resalte intermedio que trataré de alcanzar para poner los pinchos. En esto estoy cuando a David se le cae el abrigo… sólo nos queda ver como se desliza ladera abajo, resbalando por la dura nieve. Gran dilema. Todos estamos por encima de la cota a la que ha caído, y habrá que confiar que siga ahí unas horas más tarde. La perra me sigue sin problemas por ahora, pero soy consciente desde ya, que tal vez no debería haberla traído. No hay manera de continuar sin ella. Entra tantas historias, no paro a ponerme los crampones y sigo con las raquetas hacia arriba. Supero ese resalte y una arista de nieve con suaves pendientes a los lados y sigo.
David ya va dudando en seguir o bajar a por el wind stopper o como se le llame, y Mario toma su lugar en el ascenso. Desde arriba veo que paran en el resalte. Se ponen los pinchos y creo que intercambian intenciones. En esto que empiezo a tener problemas con la nieve dura y la pendiente cada vez más vertical. Bimba también. Busco con la vista un lugar en el que ahora sí, debo ponerme los crampones. Por mi mal hacer, ahora tendré que idear algo en peores condiciones que en el resalte anterior, para la maniobra. Me dirijo a unos resaltes de roca más numerosos, pequeños y dispersos que el anterior y comienzo a poner en práctica técnicas de equilibrismo con otras más montañeras que tantas veces he leído en libros de montaña.
Cojo a la perra con la mano derecha, mientras me agarro con la izquierda a unas rocas. La izo por encima de mí y la deposito en otro resalte superior. La pobre Bimba, acojonada, se tumba y deja descansar su peso sobre la roca para no irse hacia abajo. Me quito la mochila y la cuelgo en otro saliente. Saco el piolet como primera medida y me fabrico una repisa en la nieve para poner los pies mejor. Con cuidado, a una mano me quito una raqueta y la cuelgo en la mochila. Me pongo un crampón. Quito la otra raqueta y repito la operación. Para acabar de joder, se me cae un guante y sigue el camino que enfiló la chaqueta de David. Por suerte se engancha antes y aparece Mario al que le pido que me lo coja. No cae muy lejos de su posición y lo pilla.
Me pregunta que qué tal voy… y le digo que está la cosa jodidilla por ahí arriba y que crampones cuanto antes. Por los resaltes era por dónde pensaba subir, pero el terreno está muy vertical y la nieve es hielo puro, así que opto por hacer un flanqueo hacia la derecha, que parece que es algo más asequible. Cada vez que meto el piolet en la nieve, este entra entero lo que me da un soporte muy fiable, pero al no llevar guante derecho me golpeo varias veces con la nieve los dedos y empiezo a sangrar. Son múltiples cortes muy pequeñitos, no tiene mucha importancia pero sangran bastante. Consigo salir a un terreno algo mejor, pero veo que la perra no se mueve, no puede y además está muy asustada. Mario sigue subiendo y yo trato de llegar a otra zona con resaltes rocosos, dónde podré descansar un rato y pensar qué hacer.
Entonces ocurre lo inevitable. Bimba se mueve y cae para abajo. Yo estoy casi arriba, me queda un terreno bastante más fácil y la cima. Mario se da la vuelta y baja para ver qué pasa con la pobrecilla. Ha bajado deslizando unos 20 metros y Mario se hace con ella.
Decide entonces bajar. Tampoco tiene mucha elección con la perra debajo del brazo. Yo decido subir. Pienso en llegar a la cima y bajar rápido para ver qué tal está Bimba. En unos 15 min. llego a la cima. Me como una barrita a toda velocidad y bebo bastante agua… he sudado un montón. Saco unas fotos y llamo a Vicente. Me dice que se ha roto una uña, que no tiene herida y que está bien… tienes perra de milagro me dice mi hermano. Me voy para abajo variando bastante el camino de la subida que era malo para subir y peor para bajar. Me esperan en una gran roca abajo en el valle. Voy bajando bastante bien, de cara a la montaña, con celeridad y entonces se me sale un crampón. Se queda clavado en la nieve. Me lo pongo otra vez y sigo descendiendo. Ya veo el resalte intermedio y pienso en dirigirme a él, pero variando por zona más redondeada, menos vertical. Se me vuelve a salir el crampón y me caigo…. Deslizo un par de metros y logro autodetenerme…. Veo impotente como el crampón se pierde en la ladera, muy abajo, hasta que lo pierdo de vista…. Joder ¡!!
Bueno, al menos me compraré unos crampones como dios manda, que no se cómo tengo los cojones de haber ido todos estos años con los que llevo… Ya sin mucha complicación llego abajo y me reúno con mis compañeros. La perra está bien y ha sido más el susto que otra cosa.
Tras un rato ahí sentados, decidimos volver hacia el coche y bajarnos a Sallent a comer. Hace bastante calor y acabo con mi agua casi de un trago. Nos dirigimos hacia el punto de partida y llegamos al coche, tras 5 horas exactas desde que salimos esta mañana… son las 15 h.
Cuando pienso en el coche en la ascensión, veo que ha sido un compendio de ejemplos prácticos de lo que no debo volver a repetir, y también de ver que he echado mano de recursos que no sabía ni que sabía…
Pienso también que me gustaría volver este invierno a este lugar para hacer completa la cresta en la que estuve encaramado, ya veremos si se puede…
                                                                                                                      
Gracias por leerme y hasta otra.

























martes, 4 de diciembre de 2012

PEÑA YOAR : 1.421 MTRS.

Ascensión invernal, con gran sabor alpino a esta montaña de la sierra de Codés, llamada Yoar.
El punto de partida es en el Santuario – Hospedería de Codés, cuya altitud oscila según las fuentes que consultemos entre los 718 msnm y los 622 msnm.
Lo mismo ocurre con la Peña Yoar, que en función de la fuente consultada, su altitud oscila entre los 1.414 msnm y los 1.421.
Así el desnivel será de entre 700 a 800 mtrs, lo que sirve para hacerse una idea.









En Abril del 2011 ascendimos mi hermano y yo a esta montaña,  por la canal que da paso al collado de La Plana, y se me quedó muy gravada la espectacularidad de esta vía para una invernal. Por ello, tras las fuertes nevadas de la semana, decidimos volver este domingo para ascenderla de nuevo, aunque cualquier parecido con la primera es anecdótico.
La montaña nos recibe con un aspecto que infunde respeto, muy cargada de nieve y con unos nubarrones que descubren tan sólo la mitad inferior de la misma. Parece que la jornada será para disfrutar y para recordar.
Tras llegar al Santuario de Codés, nos pertrechamos y pertrecho a Bimba también. No se mueve un pelo de viento, con lo que no sentimos frío, se está bien y hay ganas.
Rodeamos el monasterio por la izquierda según el sentido del ascenso, nos liamos un poco con tantas pistas, sendas… hasta que damos con la buena. Comenzamos a subir por pista, que se va estrechando hasta convertirse en senda.
Me pongo los crampones ya desde aquí y vamos para arriba. Más tarde paramos a quitar algo de ropa y a poner crampones Mario y David. Este último estrena crampones y se estrena él mismo en estas lides.
Ya divisamos el arranque de la canal, custodiado por el enorme gendarme que parece controlar quien entra a sus dominios… Vamos para arriba con decisión y ganas, qué gozada ¡!
Mucha, mucha nieve… más de la que esperábamos, y en peores condiciones de lo que hubiéramos deseado… demasiado blanda. Nos espera buena paliza.
A mitad de ascensión veo que la perra va sufriendo lo suyo y decido meterla en la mochila y subirla yo… pobrecilla, ni se menea en todo el rato.
En algunos tramos, al hundirte te metías hasta la cintura, con lo que calculo que el paquete de nieve era de entre 1 m y 1,20 m, una pasada.
Salimos al collado de La Plana. Nos cruzamos con unos chicos que bajan ya de la cima y comentamos con ellos la sorpresa de encontrar tanta nieve.
Sin más dilación giramos a nuestra izquierda y nos metemos en el robledal que antecede la cima. Estaba sencillamente precioso, pero no hicimos fotos. A algunos robles gigantescos se les habían roto algunas  ramas por el peso de la nieve, e imagino los fuertes vientos soportados. Especialmente había uno enorme abierto por la mitad de forma longitudinal, que era sorprendente. Atravesamos el robledal en unos 15 min. y salimos arriba, donde se encuentra la antena. La niebla no permite ninguna vista del entorno, pero da igual porque no es la parte más bonita de la montaña, con ese antenón… Una ráfaga de viento da el susto del día a Mario y David, porque caen los enormes témpanos de hielo que se forman en la estructura metálica, sin consecuencias, pero uno de ellos te dejaría como un pincho moruno…
Como sabemos dónde se encuentra el vértice geodésico de la otra vez, nos dirigimos hasta ese punto. Si no lo conociéramos, creo que con esa niebla ni lo hubiéramos buscado.
Una fotito y para abajo.
Paramos en el bosque a beber y tomar un bocado y bajamos por el mismo camino hasta abajo.
Ciertamente, nos dejó un gran sabor de boca esta jornada. Es una ascensión invernal de obligado cumplimiento si eres de la zona. Las fotos no tienen una calidad buena porque son de teléfono, ya que se me olvidó la cámara, pero ilustran suficientemente el ambiente y las condiciones de la montaña.

Hasta otra.